viernes, 7 de enero de 2011

Lenguaje musical

Hace mucho tiempo, antes de todo, en el Espacio, existían unos duendes muy pequeños, cómplices del tiempo y la luz. Emitían una singular fuerza transparente y mágica, nacía en su misma esencia misteriosa. Cada uno tenía un color, y con ello un sonido diferente dotados de una propiedad viva y especial.
Eran muchos, pero no se conocían, estaban alejados unos de otros, y aunque se empeñaban en mostrar su belleza, el multiverso era enorme.
Se contentaban con su sonido, se tiraban todo el día cantando, mirando su color que se proyectaba en todas direcciones como una cinta de estrella y dejaban su rastro allá donde danzaban.


Sucedió que de la nada apareció una luz enorme que daba mucho calor y era de color blanco, bastante más grande que los duendecitos, y al verla desde todas las partes del espacio se acercaron poco a poco, impresionados y atraídos por su fuerza amorosa. Lo duendecitos se llevaron una enorme sorpresa cuando llegaron al lugar al ver a la luz gigantesta y a los demás, pero todos tan distintos a ellos...


Al mezclarse sus sonidos se sintieron incómodos, pues todos querían destacar el suyo, mostrándose orgullosos y se armó un gran jaleo: unos sonaban intermitentemente y cada vez más fuerte, otros lo mantenían constante como un pitido frenético, todos los timbres y alturas se mezclaron haciendo un ruido insoportable, se movían y mordían a los demás para que se callasen... ¡ fue un completo desastre!

Por suerte la gran luz, habló con ellos, y les dijo que en el lenguaje del corazón no tenían que pelearse, porque todos lucían con mucha hermosura, pero de nada servía si entre ellos no se armonizaban.
Ellos no comprendieron muy bien, pero ahora ya no podían separarse de la gran luz por esa infinita atracción que sentían mutuamente, y en ellos mismos también. La luz grande les contó que se llamaba Sol y que él tenía una clave para hacer un planeta sinfónico, les preguntó que si deseaban participar podían quedarse con el amor de su calor que con el de todos sería más bello y acogedor, disfrutarían en compañía de los demás de una "música" nueva cada día, y sobre todo que necesitaba la ayuda de los pequeños duendes, porque aunque fuese grande y caluroso, de nada le servía si no tenía con quien compartir.

Uno de ellos bastante más pequeñito e inocente, le preguntó qué era la música, y el Sol le contestó diciendole que era el resultado de conocer a cada uno de los demás duendes de luz, y respetar los turnos de la expresión mediante la conexión de los corazones.

A muchos les pareció que el Sol tenía un tono cercano con el que siempre habían soñado y reconocían como parte de ellos mismos, pero hubo muchos otros que no se fiaban del Sol ni de los demás duendes porque pensaban que eran mucho más bonitos ellos individualmente que con el resto, y podían perfectamente seguir como siempre habían estado danzando por el vacío del universo contante, asique se fueron y no se volvió a saber de ellos.

Los demás se pusieron manos a la obra, no fue fácil conocer a todos, pues tenían coas muy distintas entre sí, pero poco a poco, se fueron reconociendo, ya se sentáin una familia compenetrándose unos con otros, y cuando alguno tenía desafinación rápidamente iban unos cuantos y le daban un poquito de luz para que regresase a su estado natural, o bien lo dejaban sostenido o bemol, para que se resolviese.

El Sol les enseño su lenguaje, que era un lenguaje Universal desde el corazón, dio nombre a todos, y ese nombre iba justamente con la esencia mágica de cada uno de los duendes, DO, DO#, REb, RE, MIb, MI, FA, FA#, SOLb, SOL, SOL#, LAb, LA, LA#, SIb, SI... algunos que sonaban igual para diferenciarlos les cambió el nombre, como sucedía con, por ejemplo DO# y REb, en vez de gemelos les llamaron enarmonía, y otros tuvieron que repetir nombre, pero en realidad e sucedían en tiempos distintos.

Cuando todos entrenaron y aprendieron el lenguaje del corazón, el Sol les comenzó a invitar a que compusiesen una canción, porque ya estaban preparados. Y así lo hicieron, con alegría e ilusión, sacaron una preciosa melodía y algo mágico sucedió. En el primer intento no sonaba muy bien pero cuando comenzaron a crear melodías y armonías más complejas, y sus latidos fuertes y entrelazados se escuchaban ordenados dentro de esa tela invisible de sus esencias unidas en un amor incondicional, tomó color y forma de una manera asombrosa, cristalina parecida al multiverso, sin memoria, y con vida, se sucedía a sí misma, y modificaba incesantemente, se repelían, siempre distinta dependiendo del lugar donde se contuviese y el tiempo... era transparente y húmeda. Pronto, dentro de ella misma se escucharon otras canciones, otros seres que las cantaban, entonces los duendes dejaron el agua en la tierra que también fue otra canción de fuego primaria.

Y así dentro de la Tierra, el planeta sinfónico admirado, los seres llevaban la esencia de la luz de los duendes multicolores y lo que era mejor, tenían también la facultad de su misma labor, por eso poco a poco iban evolucionando y aprendiendo como ellos el lenguaje del Amor Universal, desde diferentes apariencias tan variadas y preciosas...

Árboles, plantas, flores, de diferentes tamaños, estilos, colores, olores... montañas, aves, insectos, peces, mamíferos, peces, reptiles... lluvia, arcoiris, nubes, nieve... cada uno con su música impulsada en mil direcciones entrelazada con otros seres.

Pero no todo fue tan perfecto, algunos de los duendes que no quisieron formar parte de la labor del Sol y los duendes musicales, se asomaron un día para ver cómo les iba a estos, y al ver la extraordinaria maravilla que realizaron, sintieron una profunda envidia y para hacerse notar desde su soberbia, lanzaron disonancias y ruidos a los seres más hermosos creados por los duendes musicales, los que mayor evolución alcanzaron, los futuros músicaos del planeta. Les trasmitieron un desajute en su lenguaje que les nublaba o les impedía reconocer a los demás tal como eran, y eso les causaba miedo, e infundía el efecto de separación y anulación de sus infinitas posibilidades.

A pesar del desajuste, los intereses de los duendes divididos eran bajos, y por ello su fin no llegaría lejos, así lo interpretaron los duendes de la luz, pero se extendieron tanto que sólo cabia esperar lo que sucediera en un planeta de ruidos y música, entrelazados y en una sintesis casi selectiva, era elegida por los seres de la Tierra en buena parte. Ellos podían escoger los tonos, colores de sus camino, con la de sus corazones limpiar la niebla ruidosa y caótica fruto del miedo entrenando su equilibrio, o ser victimas en parte de esa locura seductora y violenta.

Desde siempre el Sol y los duendes de luz y color, o notas musicales, se muestran contínuamente en nuestras vidas, en la naturaleza, en la belleza del arte del saber hacer, en el cuidado, en la realización de nuestros sueños o en el proceso de realizarlos, en los animales, en los actos de amor, en el placer del presente consciente, en los recuerdos felices... nos quieren evocar el lenguaje del corazón y la música universal de que estamos compuestos todos, permitiéndonos elegir nuestros pasos como huellas de notas musicales que se escuchan propagándose y multiplicándose en el multiverso.

6 comentarios:

Abel dijo...

Me gusta tanto!

Noelia Peña dijo...

:) Gracias Abelillo, me gusta que te guste!

Ximo Segarra "ACAPU" dijo...

Me gusta cómo describes el universo, o mejor dicho... el multiverso. Nunca he estudiado música, y es algo que me tiene un poquillo fastidiado, pero toco la guitarra desde hace años, voy aprendiendo intuitivamente y coincido con la relación que haces entre música y amor, porque yo lo siento así, me nace así cuando toco... Con la música uno nunca está solo del todo, es quizá una buena forma de acariciar el alma, de recordarle que no todo es horrible, que no todo son ruidos, orgullos, odios o envidias.
Nietzsche dijo que "Sin música la vida sería un error", podríamos añadir, después de leerte, que "Sin música la vida no existiría".

Un placer leerte Noelia :)

Un abrazo.

Noelia Peña dijo...

Si, cierto Acapu, la música tiene una propiedad mágica y curativa, y nos acompaña siempre.

No es neceario estudiarla, sólo cantarla y sentirla. Cuando se canta y exterioriza se sacan los dolores, y uno se queda liberado y contento.

Y si, la vida sin música no existira, al igual que la música sin vida.

Gracias por tu comentario y reflesión.
Un abrazo majo. :)

volarela dijo...

La armonía y la disonancia; el bien y el mal. Has descrito muy bellamente la creación del mundo; de un modo muy imaginativo. La música se expresa a través de todas las cosas, aunque no la oigamos. Para mí es la reina de todas las artes, que habla directamente al espíritu.
No olvidaré esos encantadores duendecillos de tu cuento cuando piense en la clave de sol.
Te felicito también por el nuevo blog que has creado. Imagino que tu cometa tiene mucho, mucho que contar. ¡Adelante!
Besos (te dejo mi email para cualqier cosa: volarela@gmail.com)

Noelia Peña dijo...

Gracias Maite, se trata de una historia que usé para contarles a un grupo de infantil la altura de los sonidos, para que pudiesen entenderlo un poco, solo que no lo conté tan complejo. Luego cogi la idea y lo desarrolle un poco :)
Me he guardado tu email, si, te consultaré cosas amiga poetisa y escritora.

Un abrazo!