Los besos se desprenden tan leves e ingrávidos
que ya no extraño su latido de agua
regándome la ilusión.
Luciernagas apagadas luchan por sobrevivir,
y buscan con desespero el fulgor que me brota
cuando olvido la espiral de sombras
que se adhiere a mi piel sedienta de amor.
Me retuerzo entre lunas y soles
avanzando en días y noches,
abrazando la causa por la que creo haber nacido,
descifrando el baile intermitente de mi corazón,
-que se sabe fiero y ardiente como la libertad-,
anhelando sentir la afluencia que me lleve a ti
y mi piel y mis labios se pueblen de luciérnagas
que revoloteen por tu mirada incandescente
que acalle el bucle de mi continuas muertes
por encontrarte,
y explotar los deseos que te tengo
y encontrarme llena de luz de nuevo.