Tengo olas en la voz
anhelos que circundan en mi garganta,
ondas atrapadas de mar,
sonidos salvajes
por el deseo afinados
de la más ínfima belleza,
y se mecen en el vaivén
en la respiración de la inmensidad
buscando el lugar adecuado
para desembocar.
Tengo caracolas de agua
que abrazan pececillos
y lloran canciones.
Tengo tiburones
blancos sosegados
que danzan en la profundidad.
Vientre del océano
hambrientos de dar a luz
al corazón y al tiempo
en una playa como un cuerpo
como un torbellino
desnudo de paz.