El mar mece sus olas
porque siente al viento de corazón,
las aguas se recogen acariciando la arena
y volviendo a su centro
en un eterno movimiento de sal y sol,
donde trayéndonos un sueño
como manto azul
nos cosquillea de calma
y nos volvemos mar,
las gaviotas acompañan
silenciosas las visiones
con su blanca paz
posandose
en la risa del inicio
de las olas.
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Los eucaliptos
palmean dejando su esencia
en una música
con los grillos que imitan el sonido de las estrellas,
y se acompasan con la mística del buho
que es como la noche y mensajero de la luna
que me arropa y respira
después del dolor del que nacemos
7 comentarios:
que lindo, Noe!
Si no hubiera nacido en el mar, creo que no lo entenderia, pero huelo a sal y eso me alegra.
Besos salados
Hermosura de poema!!!
Impecable paisaje /cristalino /puro
Con su melodía del Alma misma.
Muchas gracias por tu comentario
Eres generosa por demás...
La suerte ha sido sólo mía de encontrarte.
Te envío mi abrazo.
Dani..
que lindo debe ser si es como lo describe...
Me gustó la construcción poética partiendo desde un punto, transformándose, modificándose, hasta llegar a nosotros, y ser, de alguna manera, lo primero, lo anterior y básico.
¡Beso!
A mi me hablas de Cai, y me rompes... Simplemente eso.
Saludos y un abrazo.
A mí me llega esa brisa marina y esos eucaliptos moviendo sus hojas al sonido del búho y la luz de la luna. Has hecho un cuadro hermoso.
Un abrazo.
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